Las personas que nacieron en las décadas de los 40, 50 y 60, ahora cuentan con edades de 60,70 y 80 años. Antes de la Década del Cuarenta nuestro país tenía en todo su territorio una cosmovisión aldeana, en totalidad de los aspectos de la convivencia humana. Es a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, que los países en proceso de afianzar su desarrollo socioeconómico, inician un modelo de expansión en base al incremento de la libre oferta y demanda de bienes y servicios, por lo que requerían la provisión de materias primas y mano de obra importada, para satisfacer las exigencias de sus mercados internos y externos. Esa demanda de insumos provocó que muchas regiones subdesarrolladas del mundo se interesan en implementar políticas para elevar el nivel de conocimiento de sus habitantes y pusieran en marcha métodos de trabajo para suplir las necesidades del mercado, en especial el internacional.
Para adecuarse a las exigencias de los países desarrollados, naciones como la nuestra se vieron obligados a crear las condiciones para elevar el nivel de conocimiento de los ciudadanos aptos para impulsar métodos educativos capaces de preparar un personal que responda a la demanda de esos tiempos. Partiendo de esa necesidad, en la República Dominicana; además, de la universidad estatal (UASD), se instalaron varios centros superiores de educación. También, se movilizaron estudiantes hacia el exterior del país para realizar estudios especiales, acordes con los tiempos modernos.
En esas tres décadas (50, 60 y 70), el orden mundial se dividió en bloques integrados por las grandes potencias lideradas por los Estados Unidos de Norteamérica (USA) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), generando confrontaciones políticas, económicas y sociales, denominándosele “Guerra Fría”, cuyos alcances fueron tan desastrosos como las grandes guerras anteriores. Estos eventos se detuvieron con la destrucción del “Muro de Berlín”. Esos aires soplaron en nuestro país, generando golpes de estado, guerra civil, persecuciones políticas, asesinatos; en los cuales, la juventud tuvo una actuación importante.
Los nacidos entre los años 40 y 60, tuvieron la oportunidad de informarse sobre las pruebas nucleares, la competencia de la conquista del espacio exterior, la sustitución de las hélices por los reactores; el cambio del mimeógrafo por la impresora; la feliz aparición del fax y la impetuosa presencia de las computadoras personales, al echar a un lado la máquina de escribir. La llegada del imprescindible teléfono móvil, cuyas funciones dejaron sin efecto a más de 20 aparatos relacionados con la transmisión y grabación de datos, voz y video.
Esa generación también ha tenido que enfrentar y “atrincherarse” contra la invasión de sustancias prohibidas, como son: la marihuana, el LSD, la cocaína, la heroína, el crack y otros barbitúricos dañinos al sistema inmunológico; unos cuantos que desoyeron las alertas, sucumbieron. Por su resiliencia, la generación del 40-60, ha resistido las embestidas de enfermedades infectocontagiosas, tales como: sarampión, viruela, tifus, polio, influencias por bacterias y virus, hasta la más dañina, el estrés.
Ya en pleno Siglo XXI, la generación resiliente, ha formado familias, con hijos, nietos y quizás hasta biznietos, aquellos más audaces. Como personas, la mayoría se sienten realizados; muchos son profesionales con altos conocimientos en las ciencias sociales, económicas, medicas, físicas y químicas. Su peso específico en la sociedad es de importancia capital, por lo que su presencia y permanencia en hogares, centros gerenciales, públicos y privados, es requerida y aceptada. Paradójicamente, la presencia del Coronavirus (COVID-19) a nivel mundial y en nuestro país, ha afectado a personas mayores de 60 años, en su mayoría, con un historial de padecimientos hepáticos, renales, cardíacos y otros males catastróficos, cuyo rango de edad, se localiza en personas de 60, 70 y 80 años. Desgraciadamente, los fallecidos ante este potente virus, que ha inmovilizado a más de 3 mil millones de personas en el mundo, han presentado un cuadro clínico con complicaciones muy severas.
En cambio, las personas con edades comprendidas entre 60 a 80 años, que se han mantenido dentro de las prescripciones médicas, atentos a los boletines de las autoridades sanitarias y observando el o los períodos de cuarentena, por la vivencia y experiencia de los años de existencia, se mantendrán como supervivientes de la “generación resiliente”.
Por Julio Gutiérrez Heredia, CPA
Miembro 1001 del ICPARD
Auditor Forense
