jueves, abril 25, 2024
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Guerra encarnizada entre las élites por el poder, y el pueblo en el medio luchando por sobrevivir

David Marnes

NEW YORK.- La República Dominicana es hoy una sociedad al borde del colapso. La pandemia del coronavirus es apenas un elemento más que se une a toda la debacle institucional, moral y social que padece el país desde la frustrada Revolución Constitucionalista del 1965 por las tropas Yankees. Sin pretender hacer aquí un diagnóstico de cada aspecto en que se manifiesta la crisis, sí queremos resaltar la enorme distancia que hoy existe entre el discurso de las elites políticas, criollas y sus amos extranjeros, que se disputan rabiosamente el control del país, y la realidad cotidiana que vive el pueblo trabajador para sobrevivir en medio del colapso general de todos los escenarios sociales en RD. Veamos:

Somos un territorio en disputa entre tres bandos elitista donde también se observa claramente el descarado intervencionismo del gobierno de los Estados Unidos intentando preservar un gobierno neoliberal imponiendo a un títere, “Perro faldero”, de los tres que se disputan el poder que les facilite con exclusividad el acceso a nuestros múltiples y muy solicitados recursos naturales. Esta disputa entre los tres gánsteres criollos del neoliberalismo dominicano, que se escenifica en todo el territorio del país, está muy alejada de la comprensión del pueblo dominicano. Y es que en sus expresiones criollas, tenemos a un pueblo embriagado, dominado, y condicionado por las elites, para votar, basándose en la “barriga”, “Quien dé más”, “Quien prometa más aunque no cumpla”, y “Quien se vea más en las calles regalando insumos de todo tipo, comprado con los mismos dineros robados de los mismos contribuyentes”. Tenemos un gobierno “Danilista” reducido a una pequeña elite política sostenida por una también reducida elite familiar empresarial, partidista, y militar, que utiliza a su favor un discurso falsamente nacionalista, puramente mentiroso, y charlatán, que nada tiene que ver con los supuestos actos efectivos de un gobierno, que desgobierna, y se arrastra como un “perrito faldero” a su patrón extranjero Yankee. Un gobierno “Danilista” sumiso a un archipiélago de grupos empresariales de ultraderecha que mantienen un discurso de mentiras y falsos datos económicos de prosperidad y crecimientos tan solo para una elite social, y miseria absoluta para las grandes mayorías.

Esta elite gobernante, profundamente corrompida y comprobadamente inepta para conducir la nación, elite pequeñoburguesa, mediocre hasta la médula y tan corrupta como la partidocracia que la controla, pretende continuar gobernando, controlando y robando los recursos que les pertenecen a todos los dominicanos y dominicanas por igual.

Mientras tanto el pueblo dominicano está obligado a conformarse con ver y asistir al colapso de todo lo que tiene que ver con su vida cotidiana. Colapso de los servicios públicos: Abusos de la Policía Nacional, y los cuerpos Militares, contra los ciudadanos, constantes apagones y cortes eléctricos en muchas comunidades; ausencia del servicio de agua potable por semanas, meses y hasta años; cortes indefinidos del agua, desaparición del servicio de aseo urbano; degradación del transporte público; escasez y carestía en la distribución y compra de los alimentos, y otros servicios. Junto a esto, una crisis sanitaria y educativa en todos los niveles de los sistemas públicos existentes. Una crisis laboral expresada en la destrucción de los salarios de los trabajadores y el desconocimiento por el gobierno, y las castas empresariales de todas las contrataciones colectivas vigentes en las distintas áreas del trabajo. Una crisis institucional que se manifiesta en la reducción vertiginosa y encarecimiento bestial de toda la administración pública en los distintos servicios que brinda y ejecuta a la sociedad.

Toda esta crisis en los servicios públicos implica al mismo tiempo su privatización de hecho: La crisis del sector salud implica de hecho la reducción drástica de las expectativas de vida para toda la población trabajadora, y que no tienen mayores garantías de atención en los hospitales públicos. La crisis del sector educativo se manifiesta en una gran deserción masiva de alumnos y profesores hacia otras actividades productivas, elevando los índices de deserción y de jóvenes no escolarizados, aunque esas estadísticas permanezcan ocultas por el gobierno, que dice exactamente lo contrario en su discurso oficial. La crisis laboral se manifiesta en la migración de miles y miles de profesionales de todas las áreas, hacia el extranjero, que implica una pérdida absoluta de potencial humano insustituible para el desarrollo nacional.

El pueblo vive en una pesadilla sin ninguna esperanza de despertar de ella. Y decimos que lo vive el pueblo porque estas calamidades no las sufren ni las elites familiares millonarias del país, ni las castas civiles, y militares del Danilismo que viven del saqueo del erario público, ni las elites del partidismo dominicano, que disfrutan del financiamiento de sus empresas y negocios, así como del robo que ejecutan contra los bienes de la nación dentro y fuera del país.

Un pueblo trabajador que sobrevive con mucho menos de lo socialmente necesario para cubrir la canasta familiar, cuya realidad no aparece por ninguna parte en los discursos de las elites confrontadas dentro y fuera del país. Una brutal realidad que se ha congelado transitoriamente gracias a la cuarentena obligada por la pandemia del coronavirus. Pero que más temprano que tarde volverá a presentarse con toda su fuerza cuando se acabe la cuarentena y la sociedad dominicana intente recuperar su “normalidad” que ya estaba destruida antes que apareciese la pandemia. Mientras, la elite partidista continúa con el saqueo de lo poco que queda del erario público, a nombre de un falso o inexistente crecimiento económico, que tan solo existe para las elites empresariales de siempre.

Pero en algún momento de la historia, el pueblo dominicano, somos siempre lo ha hecho, reaccionará y se quitará de encima a estas elites parásitas, corruptas y anti nacionales. Nosotros apostamos a que eso ocurra pronto, porque los límites de resistencia están ya superados, y las condiciones de vida y de trabajo de los dominicanos hoy se pueden colocar entre las más bajas del continente y del mundo. Ya basta de falsos discursos de parte y parte. Ya basta de burlarse descaradamente del pueblo al utilizarlo como argumento para políticas que solo benefician el poder de unos y los apoyos externos de otros. Ya basta de usar la cuarentena y las medidas anti-pandemia como mecanismos de control social y de sometimiento represivo de las disidencias sociales y políticas. Ya basta de saqueo. Ya basta de represión. Ya basta de dobles discursos. Ya basta de corrupción. Ya basta de falsos nacionalismos. Ya basta de lacayismo pro imperial. Ya basta de entreguismo al capital multinacional. Ya basta de falsa polarización.

Es la hora de asumir un programa que unifique al pueblo para la recuperación constitucional y democrática de la nación. La crisis en República Dominicana no se deriva de una falsa confrontación entre “Fuerzas opuestas”, como tampoco es una confrontación entre “demócratas liberales” y “el Cuco comunistas trasnochados”. La crisis dominicana es el resultado del intervencionismo general de las distintas fuerzas del Neoliberalismo, y capitalismo mundial que se disputan en nuestro territorio el control de las diversas fuentes de riquezas, los mercados y las áreas de inversión prioritarias para el beneficio exclusivo de sus respectivas elites económicas.

Lo que se plantea aquí es una lucha de todo el pueblo dominicano por un “Gran Cambio Radical” para sacudirse, y salir de estas elites partidistas y su dependencia del capitalismo salvaje de EE. UU. Convocar “Un Proceso Constituyente, para asumir soberanamente el control de nuestros recursos y el desarrollo democrático de la nación. Desde esa Plataforma Ciudadana, redactar y defender una nueva Constitución que habrá un nuevo camino que sirva para facilitar un acuerdo político que permita la designación de una nueva JCE con sangre nueva, con una nueva “Asamblea Nacional” y la convocatoria a un referéndum que permita decidir al pueblo soberano sobre la realización inmediata de elecciones presidenciales, y la ejecución de un plan económico de emergencia para afrontar la crisis y superarla a favor de los intereses populares y nacionales. En la medida en que estas ideas se conviertan en programa del pueblo organizado, comenzaremos a ver la luz al final de este macabro túnel al que nos han conducido la perversa elite de la Partidocracia política anti nacional y anti popular criolla.

Por David Marnes

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