viernes, abril 19, 2024
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Tipologías del macuteo dominicano

FLORIDA.- Culturalmente, sólo el genio de Freddy Beras Goico, EPD, podía dramatizar los personajes de nuestra gente experta en macuteos, yo trato y quiero ustedes la amplíen porque es algo gracioso, pero muy dañino. Mire:

#1: El comediante: funcionarios cínicos que emplean términos y citan artículos para ocultar sus actuaciones corruptas, pregonando a los cuatro vientos tratarse de personas integras y dedicadas al ejercicio de sus funciones, con un comportamiento ético a toda prueba.

Son astutos y con ciertos dotes de oradores cuyas argucias buscan justificar sus acciones dentro de un “marco de legalidad”. Desafían a quien o quienes los señalan de ejercer prácticas ilegales y muestran protagonismo ante la opinión pública.

En esta categoría se pueden incluir algunos políticos y personas que tienen elevada posición en la estructura jerárquica del estado.

Tratar de descubrirlos es bastante dificultoso. El delito que se les imputa es el de enriquecimiento ilícito, pero como no está lo suficientemente argumentado y su culpabilidad no alcanza a ser magnificada como para separarlos del cargo, se genera un ambiente de desconfianza en la población frente a las instituciones encargadas de hacer cumplir las leyes y lo único que resta esperar es esperar que den un paso en falso en sus futuras actuaciones para castigarlos con severidad, o que su conciencia sea su propio juez.

#2: El todo sí: es el típico caso del funcionario que a toda acción dolosa dice sí, solicitando dinero por anticipado a los contribuyentes para cumplir su cometido y aunque no lo lleva a cabo, bien sea porque no tiene acceso a la información o porque no lo piensa hacer, se aprovecha del incauto que confió en él y cada vez que se acerca a conocer cómo va su caso, el funcionario le pide más dinero argumentando dificultades para la pronta solución del problema.

Esta actuación se hace reiterada en cada entrevista que sostienen, cuidándose de no evidenciarse, al final como no hay indicios que lo comprometan abandona la misión, saliendo con cualquier pretexto. Por lo general se trata de funcionarios de rango medio que en el momento en que son acusados tienen la certeza de no ser descubiertos porque no hay pruebas de su conducta inmoral.

La manera de evidenciar su actuación corrupta es por medio de seguimientos reiterados, procurando encontrar un común denominador en su proceder.
El tenderle una coartada suele ser una posibilidad para desenmascararlo, sin embargo, hay que ser cautelosos porque se trata de alguien habilidoso y sagaz que a la menor sospecha cambia de estrategia.

El delito que se le puede achacar al ser descubiertas sus actuaciones corruptas es el cohecho, bien sea propio o impropio, también le es imputable el delito de concusión.

#3: El mago. Es aquel funcionario que no asume responsablemente las labores de su cargo. De su actuación depende que se prescriban o no deudas, se notifiquen actos en debida forma, se recauden con oportunidad dineros. Sin embargo, su proceder consiste en recibir la carga laboral y acumularla.

Nunca dice no a nada, es despreocupado, distraído y altamente sociable, tiene un pobre concepto del trabajo, casi nunca da solución a los problemas y tan solo vuelve a saberse de él cuando se han generado traumatismos por no ejecutar su labor con honestidad. Su actitud inmoral se da en el momento que desaparece como por arte de magia, indicios que lo comprometan.

El seguimiento se hace dificultoso y cuando se identifican sus faltas, probablemente no labore en la dependencia o la institución, si esto último ocurre, la administración tributaria para evitar que esa clase de actuaciones prospere, puede entablar las denuncias a que haya lugar.
El delito estaría tipificado como prevaricato por omisión y del adecuado seguimiento a las labores de los servidores públicos, depende que se reduzcan tales acciones que atentan contra el buen nombre y la eficiencia de las instituciones.

#4: El relacionista público: funcionario que se hace amigo de empresarios y pequeños comerciantes para asesorarlos y realizar gestiones a su favor ante la entidad respectiva, y una vez dan los resultados esperados, le permiten ganar su aprecio y confianza.

La acción corrupta surte efecto en el momento que a cambio de su colaboración recibe alguna contraprestación. Esta clase de actuaciones se presenta con mayor frecuencia en entidades de carácter técnico, donde agilizar un trámite es vital para quien obtiene el beneficio.
Se trata de funcionarios que poseen don de gentes y son bastante expresivos.

El delito que se puede tipificar para este caso es el de tráfico de influencias para obtener favor del servidor público, porque casi siempre un particular se compromete a presentar al funcionario público a alguien de su confianza que requiera los servicios de éste, de lo cual todos obtienen algún beneficio.

Para el funcionario se ajustaría el delito de prevaricato por asesoramiento indebido. Se puede evidenciar en el momento que alguien decida seguirle el juego y acumule pruebas que lo inculpen, aunque es poco probable que eso suceda, porque quien lo busca para pedir ayuda y la consigue, tiene sentimientos de gratitud que se convierten en barrera para delatarlo, sin embargo, si se hace seguimiento permanente a su desempeño, es posible desenmascararlo.

#5: El exterminador: funcionario cuya acción inmoral consiste en destruir los elementos de trabajo que la institución coloca a su disposición. Es un inconsciente que gasta en exceso papelería y daña máquinas, escritorios, sillas, calculadoras etc., siendo prácticamente un “exterminador”, que en oportunidades hurta los elementos de trabajo y si realiza tal acción, se puede esperar que se apropie de elementos de mayor valor. Se trata de alguien que va de oficina en oficina sin que nadie se percate de su presencia con la idea de apoderarse de algo.

Sus acciones suelen ser esporádicas y no dejan huella, por eso es imprescindible que a cada funcionario se asigne un inventario de elementos devolutivos para que se responsabilice y los preserve, además se deben tomar medidas de vigilancia y control en las oficinas públicas para evitar que prosperen tales prácticas.

El todo bien: funcionario de apariencia agradable pero lleno de manías, que al preguntarle si ha efectuado su trabajo a cabalidad contesta: “todo bien”, y a la hora de hacer una revisión se encuentra atrasado y documentos de importancia aparecen en su escritorio sin haberse diligenciado, haciéndose merecedor a procesos disciplinarios.

Es de aquellos personajes que no contradicen ni objetan nada, pero como se dice en el argot popular, están tomando del pelo al jefe inmediato.
Por lo que se sugiere efectuar seguimiento permanente a su labor, fijándole metas de cumplimiento.

El soñador: funcionario que no tiene los pies pegados a la tierra y que aspira a acceder al poder y obtener riqueza de forma fácil y rápida. Este personaje está propenso a ser corruptible en la medida que cede a propuestas deshonestas que le representen beneficios económicos. Se trata de un individuo manipulable que llega a la vejez y sigue avivando la esperanza de salir de la pobreza de la noche a la mañana, sin el menor esfuerzo.

El folclórico: que cuenta chistes ganando la confianza y simpatía entre sus compañeros, sin embargo, detrás de esa alegría desbordante se halla una persona corrupta que suministra información a quien la solicita para que interpongan actuaciones frente a la administración fiscal, de tal forma que les represente algún beneficio monetario.

A esta clase de funcionarios debe hacérseles seguimiento a su labor evitando en lo posible que utilicen a sus compañeros para ejecutar tales prácticas corruptas, advirtiendo de las posibles implicaciones legales a quienes suministren información a otros que no están facultados para pedirla.

Entonces, ¿Cuáles son las alternativas para combatir la corrupción en el sector público?

Expertos en el tema de la ética, proponen tres alternativas que permiten combatir la corrupción en el sector público. La primera sugiere que debe haber un cambio en el comportamiento de la comunidad que es tolerante con pequeños brotes de corrupción.

En segundo lugar, se deben adoptar medidas tendientes a mejorar los ingresos salariales de los funcionarios públicos, el traslado de quienes ocupen cargos donde se presuma pueda haber riesgo de corrupción y la tercera hace referencia al tipo de sanciones que se deben imponer a quien infringe las normas, para evitar la impunidad.

Es importante tener en cuenta que las conductas inmorales en los funcionarios públicos en oportunidades son inducidas por personas que persiguen intereses particulares.

No hay que olvidar que algunas acciones que aparecen como inmorales no necesariamente lo son, como el caso de la ayuda desinteresada y espontánea que prestan algunos funcionarios a los usuarios y cuyo propósito es servir, pero son mal interpretados por quienes ven en toda actitud de servicio, focos de corrupción.

Cuando un comportamiento inmoral es tolerado por la comunidad, los funcionarios que defraudan al estado se sienten motivadas a seguir haciéndolo, porque ven el camino llano para hacer de las suyas al considerarse lo suficientemente sagaces para no dejar huella de sus actos.

Excluir contribuyentes de programas de fiscalización causa indignación, atacar a los de la oposición, traerá consecuencias señores de oficinas tributarias.

Seguiré con tema: Evasión y componendas con los funcionarios corruptos.

POR JOHNNY SANCHEZ

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