NEW YORK.- Los amigos reales son aquellos tesoros invaluables que encontramos en nuestra travesía por la vida. Son seres que caminan a nuestro lado, dispuestos a brindarnos su apoyo sincero y desinteresado en todo momento. Su lealtad es un lazo irrompible que se construye sobre la confianza mutua y la reciprocidad.
La importancia de la lealtad radica en su capacidad para fortalecer nuestras relaciones, tanto en los momentos de alegría como en los desafíos que la vida nos presenta. Un amigo leal es aquel que nos acompaña en nuestras victorias, celebrar nuestros logros y se alegra de nuestra felicidad. Pero también es aquel que se mantiene a nuestro lado en las dificultades, nos ofrece su hombro para llorar y nos brinda su aliento cuando más lo necesitamos.
Sin embargo, en contraposición, existen aquellos amigos falsos, aquellos que por unas cuantas monedas o por intereses egoístas, son capaces de traicionar nuestra confianza y convertirse en hipócritas y desleales. Estas personas cambian su máscara según convenga, mostrando una falsedad que resulta vomitiva para aquellos que valoramos la sinceridad y la autenticidad en las relaciones, de esos hay muchos en el Alto Manhattan principalmente periodistas mercaderes que por limpiarle la ropa interior a los funcionarios se prestan para todo aun estén al borde de la muerte, por cáncer, por covid y hasta por sus raíces de amargura que los pone a pensar en sogas.
Es triste encontrarse con aquellos que no son ni fríos ni calientes, que se mantienen en un limbo de indiferencia y que carecen de lealtad hacia los demás. Estos individuos son volubles y su presencia resulta vacía, ya que no podemos confiar en su palabra ni en su apoyo cuando más los necesitamos. Su comportamiento inestable nos deja una sensación de decepción y nos enseña a valorar aún más a aquellos amigos verdaderos que nos rodean.
Afortunadamente, en mi camino por estas tierras de Dios, he tenido la oportunidad de conocer a muchos seres auténticos, genuinos y leales. Estos amigos reales han dejado una huella imborrable en mi corazón y en mi memoria. Su presencia en mi vida ha enriquecido mis experiencias, brindándome amor, comprensión y lealtad incondicional.
Por lo tanto, en mi cerebro, aquellos amigos falsos que se han cruzado en mi camino no son ni fu ni fa. No merecen ocupar un espacio significativo en mis pensamientos ni en mi corazón. Prefiero enfocar mi energía y mi tiempo en aquellos seres leales que han demostrado su valía, que han estado presentes en los momentos buenos y malos, y que han demostrado su amor y apoyo incondicional. Son ellos quienes merecen mi gratitud y mi eterna amistad.
Por Bolivar Balcacer