En cualquier lugar del mundo, el arma más poderosa, el bastón más firme y seguro que se proporciona, es educar en base a sanos valores morales; deben estar en todas las actitudes y acciones del individuo y por encima de cualquier necesidad, objetivo o tentación. La buena educación es el comportamiento adecuado y juicioso de la persona y la sociedad, respetando al prójimo y contribuyendo al bien común; es una misión que compete a toda la población; puede hacerse desde cualquier escenario, no importa que este sumergido en la pobreza o disfrutando de riqueza.
En épocas pasadas, el liderazgo de la buena educación lo ejercían, con firmeza y coraje, los padres de familia en el hogar y los maestros en las escuelas; había complicidad, se complementaban; estaban centrado en enseñar lo mejor a niños y jóvenes, para que fueran seguros de si, personas de bien; con teoría, el ejemplo y tareas en la casa, se daban lecciones de respeto, honradez, producir en buena lid, que se aprendían y proyectaban en el vecindario, en el entorno.
Hoy, los tiempos han cambiado; el liderazgo de padres y maestros, en la formación de hijos, niños y jóvenes, prácticamente, ha sido desplazado, arropado por corrientes diferentes a la de formar, hombres y mujeres de bien, útiles a la sociedad, libres, con paz y tranquilidad espiritual; hay fuentes de aprendizaje, con acceso a la población y, sobre todo, lideres políticos muy influyentes, que retuercen las informaciones.
Vivimos una etapa en que la educación en valores se pierde; algunos lideres políticos teorizan para que la población sea “moderna, globalizada, que conceptualice bien”; la tecnología digital “los aparatitos”, la “inteligencia artificial”, “las redes” trazan las directrices; la politiquería confunde , buscando los “hijos de machepa” en campaña y abandonandolos si llegan al poder , para disfrutar con “ tutumpotes”; esta época bombardeada de tóxicos, hipocresía y mediocridad, arropan y ensucian, los sanos valores morales; confundiendo la población, haciéndola perder el rumbo y el control.
Muchos destacan lo material por encima de la educación y la paz; olvidan que la vida es una y termina; todo queda. Entiendo que se deben establecer infraestructuras físicas e incentivos adecuados a los maestros, pero debemos enfatizar la educación en valores; lo demás fluirá. Urge invertir las prioridades; busquemos la paz espiritual, la libertad, en lugar de lo material. Debemos observar con detenimiento, el comportamiento, los ejemplos, de los líderes nacionales: su vida familiar, profesional, proyección social, prioridades, es un retrato de su íntimo sentir; no aceptemos más engaño e hipocresía que hacen daño a la juventud. Las promesas e ilusiones que, para ganar simpatía, algunos promueven, confunden y llevan a la corrupción, delincuencia, drogas, etc., a perder el rumbo.
Los antivalores, deben ser erradicados del país; pero no es solo una labor del gobierno, de la policía, iglesias, sino de toda la población. Los gobiernos y lideres nacionales deben ser antorchas que iluminen, deben predicar la verdad, si realmente quieren una mejor sociedad.
Por Venecia Joaquín