Cuando sucede un hecho, un acontecimiento que no es usual, amerita ser analizado, para su evaluacion y toma de decisiones. Con esta introducción, es recomendable que las autoridades dominicanas, implementen medidas de control y seguimiento de los nacionales haitianos que han decidido retornar a su país.
Si la excusa para salir de territorio haitiano, era el caos y la falta de gobernanza, por una parte; mientras que, por otra parte, el pretexto era la falta de oportunidades para obtener los medios de manutención. Ahora, con la situación imperante, debido a la construcción de un canal en el cauce internacional del río Masacre o Dajabón, un retorno de grupos considerable de ciudadanos de Haití, genera suspicacia.
Genera suspicacia, debido a que, desde que se inició el conflicto fronterizo por el uso de las aguas del río que nace en territorio dominicano y desemboca, naturalmente, en la costa marítima dominicana, en principio, funcionarios haitianos argumentaban que, no habían dado permiso a ninguna persona o grupo para la construcción del citado canal.
La negación de las autoridades haitianas de aprobar o autorizar la construcción del referido canal, ha quedado al descubierto por maniobras y declaraciones de ciudadanos de ese país, representantes de los grupos de poder.
La clase política haitiana, responsable de las decisiones de Estado, no pudieron ocultar la participación de los lideres de las pandillas en apoyo de la construcción del referido canal; puesto que, en varias vertientes se ha manifestado su contribución, ofertando armas y recursos económicos.
Además, esa clase gobernante comenzó a usar la primera “arma” que se utiliza en una guerra, la comunicación. La comunicación se convierte en arma, cuando es usada para la diatriba, la desinformación y la postura de victima ante la opinión pública internacional.
La República Dominicana, en voz de su máximo representante, el presidente del país, no se ha cansado de declarar la necesidad de una participación internacional que auspicie la vuelta a la normalidad de las actividades publicas y privadas de Haití. Nuestro país, ha hecho lo que ha tenido que hacer, dentro de sus limitaciones. Acoger a cientos de miles de personas de nacionalidad haitiana, por no decir millones, no puede ser interpretado de otra manera, sino como, un acto de solidaridad.
Esa solidaridad que la dirigencia política haitiana, nunca ha aceptado el desprendimiento de los ciudadanos de la República Dominicana, como una manifestación de convivencia y buen vecino, a pesar las maniobras de esa clase gobernante, para desestabilizar las relaciones bilaterales de ambos países.
Las salidas de territorio dominicano de nacionales haitianos, podría interpretarse como éxodo de hombres, mujeres y niños hacia un lugar de reivindicaciones, pero no, esos grupos, al retornar a su tierra, dan la impresión de que están siguiendo normativas de personas con un alto poder en aquel suelo. Puede ser posible que sean los grupos guerrilleros o autoridades estatales. También puede ser una combinación de ambas facciones. Dejémosle esta respuesta al Ministerio de Asuntos Extranjeros de Haití, por las instrucciones dadas a los miembros de sus misiones, informando que ese conflicto, …” ha tenido graves consecuencias para la seguridad de los haitianos residentes en República Dominicana”.
Lo que, si se puede apreciar, es que, la decisión de construir un canal en el curso del río Masacre o Dajabón, por Haití, ha dejado al descubierto las bajas pasiones que sienten determinados extractos sociales en aquellas tierras, por los dominicanos, por lo que, el retorno de ciudadanos haitianos a su tierra, es inusual.
Por Julio Gutiérrez Heredia, CPA
Miembro 1001 del ICPARD
Auditor Forense