Por poco, si, fue por poco, para expresar una fase criolla, que, por las argucias de grupos insolentes haitianos, decidieron recrear un escenario parecido o similar, a lo acontecido en otras latitudes, pero no le dio resultado. La prudente e inteligente, actuación de los miembros de nuestro Ejército de la República Dominicana (ERD), neutralizó los planes orquestados por sectores de poder de ese país, quienes movilizaron a una caterva de individuos armados, con un entramado montado, filmando la provocación.
La actitud de remover la Pirámide 13, Monumento Nacional, que establece los límites fronterizos entre la República Dominicana y Haiti, tenía el firme propósito de esos grupos, de generar una reacción adversa de los militares que custodian esa zona. Si los sectores oscuros del vecino país, fraguaron una provocación que diera como resultado un ambiente hostil, en el cual los militares dominicanos se vieran en la obligación de repeler cualquier agresión, en esta ocasión, no lo lograron. La fórmula de “la ramita en el hombre”, no tuvo el caldo de cultivo esperado.
Los dominicanos, tenemos 222 años enfrentando las triquiñuelas de gente con ambición de poder en Haiti, que no dejan de sembrar las semillas de la desunión y la cizaña entre ambos pueblos. Cualquiera pensaría que acontecimientos como la construcción de un canal con intención de desviar las aguas del río Dajabón hacia territorio haitiano, es un acto que persigue abastecerse del preciado líquido, con fines ulteriores, pero otros acontecimientos y comportamiento sinuoso de grupos políticos y de la elite haitiana, ponen en evidencia otros aspectos.
Todo ciudadano consciente, debe saber que los límites entre dos países, se determinan mediante acuerdos supervigilados por organismos internacionales. A nadie se le ocurre, desvirtuar o modificar los bordes que establecen los puntos definidos de una frontera, porque le da la gana. Detrás de esa acción, la de remover o dejar sin efecto la señalización de los límites entre un país y otros, como lo determina la Pirámide 13, más que una provocación es un acto de desprecio a las insignias dominicanas, que representan los derechos del pueblo dominicano a habitar dentro de un territorio libre e independiente.
Debido a que esos grupos nefastos, no han podido concretizar ninguna de sus artimañas contra nuestro país, puesto que, Gracias a Dios, los Gobiernos dominicanos han sabido estructurar instituciones con arraigo y poder para defender nuestro territorio, como son las gloriosas Fuerzas Armadas dominicanas; cuando les conviene, asumen el papel de víctimas<, no obstante, siempre han sido los victimarios.
No han valido las escaramuzas bélicas del Siglo XIX, las invasiones galopantes de grupos haitianos durante el siglo pasado y el presente, donde podemos encontrar en comunidades del interior y en barrios de las grandes ciudades del país, colonia de haitianos, ocupando áreas no aptas para asentamientos humano. No podemos ocultar que, dentro de esas invasiones galopantes, se encuentra las más sofisticadas, las cuales, son las miles y miles de parturientas haitianas que cruzan la frontera, con el solo objetivo de parir aquí.
La destrucción de la Pirámide 13, es la señal más expedita de los grupos dominantes haitianos de su menosprecio contra la nación dominicana. Es un hecho que no podemos pasar por alto. Esas personas que participaron en la destrucción de un Monumento Nacional, montaron un escenario, planificado, con cámara y video incluido, ya que, de manera interesada, quieren involucrar al Gobierno y al pueblo dominicano, en una trama, lo más parecida a una entifada.
Por Julio Gutiérrez Heredia, CPA
Miembro 1001 del ICPARD
Auditor Forense