De acuerdo a las informaciones ofrecidas por el Banco Central de la República Dominicana (BCRD), son más de trescientos elementos que conforman la canasta familiar, una cantidad que, en la actualidad, casi duplica la que existía, antes de la pandemia del Coronavirus, ya que, cada día emergen nuevos productos con el objeto de satisfacer las necesidades de la ciudadanía.
Cuando se trata el tema de la canasta familiar, hay que tener cierta prudencia, ya que, los factores determinantes del gusto, la preferencia, los precios y las cantidades, deben conciliarse con los niveles de ingresos de los miembros que componen una familia, cuya cantidad, se puede expresar, en términos numéricos, entre cuatro o cinco miembros. Y, es preferible mencionar la palabra “miembro”, puesto que, es muy raro que, en un grupo familiar, no cuente con un animal doméstico (perro, gato, etc.).
La canasta familiar se compone de dos tipos principales: la canasta familiar básica y la canasta familiar total. La primera, solo contiene elementos esenciales para la dieta humana, productos para la higiene personal y, los servicios de energía, comunicación, agua y arbitrio; no se incluyen la salud y la educación, debido a que, según la Constitución de la República, el Estado Dominicano, es responsable de suministrar esos renglones de manera gratuita. En cambio, la segunda, contempla todos los elementos de la canasta básica, más las adquisiciones de las comodidades para el hogar, tales como: electrodomésticos, transporte, vestuario, comunicación, entretenimiento, etc.
Por canasta familiar vamos a entender como el conjunto de bienes y servicios indispensables y necesarios para que una familia, a partir de sus ingresos, satisfaga sus necesidades básicas de consumo. En este sentido, el BCRD ha establecido reglas y normas para ubicar las familias, conforme a sus ingresos, mediante la figura de los quintiles, que significa la quinta parte (20 %) de una población, por lo tanto, se establecen cinco quintiles, donde el primer quintil es el de más bajo ingresos de la población. Además, esta unidad de medida se relaciona con el índice general de precios al consumo (IPC) y, las variables de oferta y demanda.
No se puede obviar que la canasta familiar básica puede variar según el mercado adonde se dirijan los miembros de un quintil, ya que, el IPC en un supermercado puede ser diferente a un colmado y, de un colmado a un vendutero, los precios no tienen comparación, sin importar la dirección, hacia arriba o abajo.
La categoría de un mercado no impide que una familia perteneciente a un tipo de quintil, sea un parroquiano natural, demandante de los productos en existencia. La limitación se identifica en los volúmenes y cantidades de los renglones que conforman la canasta. El mito de que los supermercados se han convertido en “casas de terror”, es un cuento de campaña, el “terror”, puede existir, en un determinado momento, en el buhonero, pues en nuestro país, la especulación es un arma esgrimida por todo aquel que se aprovecha de la debilidad de cualesquiera de las fuerzas de oferta o demanda.
Cuando titulamos la no contabilización de los elementos de la canasta familiar básica, nos referimos a que, las autoridades no han observado que, determinados artículos se mantienen fijos en precio, pero disminuyen en su volumen. Esa situación incide el cualquier quintil, pues una familia tendrá que comprar más cantidad para satisfacer sus necesidades de consumo, tomando en consideración el valor de la canasta para el Quintil I, que es de RD$26,971.31 y, el salario mínimo máximo, alcanza los RD$21,500.00.
Otro aspecto que incide en los Quintiles I, II y III, son las motivaciones ludópatas y alcohólicos, debido a la cantidad inconmensurable de bancas de apuestas y los establecimientos de expendio de bebidas alcohólicas.
Por Julio Gutiérrez Heredia, CPA
Miembro 1001 del ICPARD
Auditor Forense
