domingo, diciembre 3, 2023
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La longevidad y las innovaciones tecnológicas

Es innegable que la ciencia, sus diferentes vertientes, tales como: la medicina, la ingeniería en todas sus facetas, la bioquímica, la sociología, la economía y las finanzas, han contribuido a elevar el nivel de satisfacción de vida del ser humano, a pesar de las desigualdades que permean en determinados enclaves o asentamientos humanos a nivel mundial. Esta percepción ha venido manifestando desde el Siglo XIX, mediante las grandes invenciones realizadas por científicos y estudiosos en las distintas ramas del saber.

Todavía, antes de que el Siglo XX cumpliera la primera mitad de sus cien años, la gran mayoría de las personas convivían con traumas y creencias que, desde el punto de vista científico, ameritaban una explicación, pero para la gente llana, se daba como sobreentendido. Recuerdo que, en mi niñez, cuando alguien era encontrado sin vida, la noticia se divulgaba, bajo la frase de que, “fulano murió de repente”. Con esa frase, los amigos y familiares daban el hecho irrefutable, algo que no tenía más remedio que la aceptación de la muerte.

Ya, en la segunda mitad del Siglo XX, los avances de la ciencia fueron fructíferos, apreciándose en la transportación terrestre, aérea y marítima; en la educación, con la creación de nuevos centros de enseñanza superior; en la medicina, los avances fueron significativos, ya se podía determinar las causas de las “muertes de repente”, pero también, como evitarlas. La industria, el comercio y los servicios se consolidaron, cerrando el siglo con una tecnología de la información y la comunicación (TIC`s) bien avanzada.

El Siglo XXI es llamado por expertos como el “El Siglo de la Longevidad”, debido a las innovaciones tecnológicas, generadas para crear un estado de bienestar y/o satisfacción. No se puede negar el incremento del nivel educativo que permitió al ser humano conocer más de su complexión física, para estar informado de daños que producen las bacterias y los virus en el cuerpo humano.

Cuando en la segunda década del Siglo XX se declaró la epidemia de la “gripe española”, murieron alrededor de cien millones de personas. La pandemia del coronavirus, provocó muertes equivalentes a un quinto de las de 1918-1920. Esa diferencia significativa, obedece a los avances de la ciencia apoyada en el nivel de conocimiento y el desarrollo de la tecnología.

No se puede evitar que muchas muertes se pudieron evitar por la rapidez que la ciencia elaboró varios tipos de vacunas para contrarrestar los efectos del Covid 19 y sus variantes. Vacunas que fueron puestas a disposición de todo el mundo sin excepción, con la facilidad de aplicar las dosis que requiera el interesado, de acuerdo a su condición física y de edad. Gracias a la tecnología aplicada en esta oportunidad, muchas personas de edad avanzada, pudieron seguir el curso de su longevidad.

Recuerdo también, que a mediados de los cincuentas una persona con 40 años, se consideraba “un cuarentón”. Eso significaba que ya iba entrando en edad para retiro. Ahora una persona de cuarenta años, es considerado un adulto joven. Y es verdad, por donde quiera que lo mires; excepto, su ha cometido desmanes contra su propia salud.

Gracias al internet de las cosas, las personas están obligadas a utilizar dispositivos inteligentes para mantenerse informados de los acontecimientos mundiales. Conocer más del dominio de su cuerpo, mediante datos obtenidos en las redes sociales. Aprovechar modalidades como el trabajo en casa; sin importar la distancia, podemos comunicarnos con familiares, amigos y relacionados, vía cualquier aplicación vinculada a nuestra línea telefónica. Ya no es necesario las llamadas con cargo al destinatario.

Mediante la inteligencia artificial, se pueden realizar cirugías vía robot, igual sucede con la fabricación de maquinarias y equipos. Los Smartphones, las tabletas, las laptops, no pueden faltar en el equipaje de cualquier persona. El extremo se puede apreciar, cuando a alguien se le olvida un aparato inteligente y, sin importar la distancia recorrida, se devuelve a buscarlo.

En este siglo, las enfermedades que antes diezmaban a la población, han sido controladas para bien de las personas, en especial aquellas que por la edad son más vulnerables. Todo eso, gracias a las innovaciones tecnológicas aplicadas a mejorar la calidad de vida del ser humano. Si me dieran a elegir un vocablo acorde con mi edad, desestimo la vejez y la ancianidad. Me quedo con la longevidad, porque en ese término no perime la juventud.

Por Julio Gutiérrez Heredia, CPA
Miembro 1001 del ICPARD
Auditor Forense

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